Ya en el 2013 el futsal uruguayo se encuentra sumido en una
crisis evidente.
Algunos se esfuerzan en minimizar el hecho. Otros argumentan
enfatizando en elementos que si bien tienen incidencia a mi juicio no son los
principales responsables de este desmadre.
Es verdad que el costo de los arbitrajes es alto e influye,
pero también es cierto que la AUF pone cada año una buena suma de dinero para
subsidiar ese rubro.
Con ligereza se habla de que los equipos poderosos se
“llevan” a los jugadores nuevos que aparecen con cierta potencialidad, y puede
haber en ello algo de verdad, pero no te
cuentan la otra mitad de la historia.
¿Cuál es la genealogía de los equipos que juegan nuestro
campeonato de primera división (por cierto el único que se juega, muerto ya el torneo de plata.)?
A grandes rasgos podríamos dividirlos en tres grupos; por un
lado Peñarol, mas Old Christians y Banco República que aún con sus diferencias
y particularidades tienen proyectos más o menos estables y en cierta forma
tratan (con mayor o menor capacidad) de desarrollar sus equipos y el futsal
todo.
Nacional integraba este bloque pero desde mediados de 2012 optó por abandonar la visión "creadora y formativa" y dedicarse a la tareas de progresión política dentro del deporte.
Nacional integraba este bloque pero desde mediados de 2012 optó por abandonar la visión "creadora y formativa" y dedicarse a la tareas de progresión política dentro del deporte.
Un segundo grupo integrado por equipos de alguna
colectividad o algún club que funciona en base al esfuerzo individual de un dirigente
o incluso un entrenador.
Y el tercer grupo y no menos numeroso integrado por esos que
sociológicamente podríamos definir como “los gordos de los viernes”.
Esto no necesariamente hace alusión a una característica
física, sino a un modo de sentir y encarar la actividad.
¿Cómo empezó esto?
En algún caso un grupo de ex alumnos de algún colegio con
buen poder adquisitivo y un nivel más o menos aceptable en sus incursiones en
Torneos universitarios o de fútbol 5.
Claro, no está en sus planes aportarle nada a nadie, no
piensan en formativas, no piensan en otra cosa que no sea…jugar a la pelota.
En otros casos, estos
son la mayoría, un rejuntado de jugadores que aman el deporte pero no tienen
nivel para practicarlo en serio y luego de deambular en el último lugar del
banco de suplentes de algún equipo recalan en el nuevo club “presta nombre”.
Normalmente este Club, nada tiene que ver con la actividad,
pero con la máxima de “nosotros nos hacemos cargo de todo” se hace el primer
contacto.
Luego terminan con alguna participación lateral, poniendo
camisetas de juego o algún pago en la asociación.
Estos conglomerados reunidos atrás de la figura del “alma
mater” (puede ser un jugador, un técnico o rara vez un dirigente) funcionan en
base a un sistema perverso.
Los juveniles pagan una cuota, para que alguno de los mayores
juegue gratis, o en algún caso incluso cobre.
Además de eso los juveniles suelen entrenar en lugares
impresentables y en horarios también increíbles, con poca carga horaria y un
máximo de dos veces por semana. O lo que es peor, entrenan con los mayores la
parte “física” y luego se quedan al costado de la cancha mirando al equipo
principal entrenar para después sobre el final de la práctica jugar 10 minutos
al fútbol.
Esos cuadros juegan un segundo Torneo entre ellos, sin aspirar jamás a un título, pero teorizan
como si fueran los poseedores de la piedra filosofal del futsal.
Estos mismos equipos por su naturaleza sui generis han en
algún caso incursionado en la contratación de figuras pagas para buscar una
mejor campaña, pero a estos paracaidistas siempre les tocó compartir equipo con
“los gordos de los viernes” y por ende el resultado nunca fue muy diferente del
que hubieran tenido sin refuerzos.
Normalmente estas experiencias terminan en lo mismo: la
figura no cobra pero sigue jugando hasta fin de año “para no quedar parado” y
mientras tanto los juveniles siguen pagando cuota y vendiendo rifas para no
entrenar y comerse una bolsa de goles cada sábado.
También les venden la ropa, les cobran los viajes al
interior, en algún caso el alquiler de la cancha, y ahora lo mejor: si alguno de esos pibes es llamado por un equipo mejor
organizado o por su propia cuenta decide probar suerte en el llamado a
aspirantes de uno de esos equipos, los gordos, los que no son gordos pero son igualmente
impresentables y los alcahuetes de turno ponen el grito en el cielo y dicen
“así es imposible trabajar en formativas” o la otra “nosotros incorporamos a
este jugador a la disciplina” y alguna otra yerba.
Jaja, que papa.
Este mismo año, dos jugadores formados en Peñarol y con 8 años jugados en el Club regresaron al
país y tomaron la opción de jugar en otro Club.
¿Deberíamos sentirnos ofendidos? Claro que no.
Obvio que nos hubiera gustado que regresaran al club, pero
entendimos su posición y la respetamos.
Nosotros tenemos la obligación de mirar por los 40 chicos de
formativas, por todos, porque 6 o 7 de esos son los que llegarán a primera y
permitirán que la máquina siga funcionando.
Capaz que era más fácil recortar 4 horas semanales de gimnasio en juveniles y usar ese dinero para
solventar un jugador, pero hoy esa no es nuestra idea.
Creo que queda claro que Catardo fue y es por escándalo el
mejor jugador surgido desde las bases en los últimos años, y Peñarol no se
siente ni robado por ningún club ni traicionado por el jugador.
Algo similar pasó con Matías que regresó a Nacional, y tampoco hubo enojo.
Hace 4 años llegaron 3 jugadores juveniles de Malvín a
Peñarol. Ninguno de gran relieve en ese momento, pero al mismo tiempo Jachoian
y Santana pasaban de Peñarol a Malvín. Fefo era en ese momento sub 20 pero
jugaba de arquero titular en la selección mayor. Había participado de la
gira europea y de dos Grand Prix. ¿Cuál
fue el club que apostó?
Volviendo a la situación actual, así las cosas, difícil que
esto cambie.
La AUF pone mucho dinero en esta actividad (dinero de todos
los clubes afiliados al fútbol 11 y no sólo de los que participan en futsal) y
evidentemente las exigencias para ser parte de los que reciben los beneficios
son bien pocas.
Entonces, grupos de amigos que deberían juntarse a jugar al
fútbol 5, comer asados los viernes y tomar alguna cerveza de más, son parte del
Torneo oficial y como si fuera poco quieren imponer sus pareceres.
En un lugar serio eso no pasaría, sólo a modo de ejemplo,
algún equipo de los que dice tener dificultades económicas juega a la vez 3
campeonatos de distinta naturaleza en los que paga por participar (liga
universitaria, federación de fut de salón, etc)
Estos personajes que llevan adelante los emprendimientos van
adquiriendo responsabilidades laborales o familiares se borran y esos clubes
desaparecen sin dejar nada.
La resaca va migrando hacia un “nuevo club” o “nuevo
huésped” y lo parasita hasta sacarle el máximo posible.
El camino del desarrollo es fomentar el trabajo en
formativas. Poner gente capaz al frente de esos proyectos y volcar el apoyo
económico de la AUF en esa área.
Y si los gordos
quieren competir… ya sabemos que la misma gente que anda en la vuelta puede
organizar por un lado y dar difusión por otro a Torneos de fútbol 5 para ellos y de paso llevarse la moneda.
Aníbal Roba
Montevideo Mayo de 2013