SUB 20
18/12/2021
En la final definitiva por el título 2021 de la categoría sub 20, el sábado caímos ante Peñarol y no logramos el objetivo que nos habíamos planteado.
El partido tuvo varios momentos, en los que las alternativas fueron favorables y otros en los que se hicieron adversas.
El principal pecado de este equipo ha sido en los momentos adversos recibir goles sistemáticamente. Con errores a veces colectivos, pero generalmente individuales de los que se pagan caro.
Antes de hablar del juego o del año, es una vergüenza que se juegue una final en una cancha en ese estado de suciedad. Imposible sostenerse en pie, esa cancha siempre está sucia, esta vez estaba muy sucia.
Los primeros diez minutos de juego fueron relativamente parejos con una leve superioridad de Nacional pero el cero a cero era lógico.
Un par de tiros exteriores nuestros que el arquero rival rechazó, y ninguna llegada de Peñarol que arriesgaba poco.
Pero en la mitad del primer tiempo recibimos el primer gol.
Una perdida alta, el rival traslada mas de 15 metros, el jugador que debía salir no lo hace, la defensa nos queda en línea pero no recibimos el gol por eso, sino que nos rematan de lejos, más de doce metros, y de ahí en adelante más errores. El oponente directo del ejecutante se dio vuelta, y el arquero se agachó. Cero-uno, y un golpe que nos obligaba a remarla de atrás otra vez.
Con la segunda unidad completa en cancha Petito tuvo dos buenas acciones, la primera se fue al corner sin que Chappuis pudiera empujarla ante el arco libre, y la segunda se estrelló de lleno en el travesaño.
Poco después Diego Ibañez queda sólo dentro del área a espaldas del lateral opuesto pero remata de primera y el arquero devuelve con las rodillas. En ese momento los triplicábamos en llegadas claras y perdíamos uno a cero. Porque en estos deportes que se juegan con dos metas la única verdad es que ingrese en la ajena y que no sea vulnerada la propia.
Nicolás Petito inquietó de nuevo de media distancia, el arquero desvió al corner.
Pero en ese contexto una pase regalado, inexplicable, por el medio, lento, nos anticipan y marcamos tan mal que con tres jugadores detrás de la línea de la pelota logramos convertir la situación en un uno para tres. El final era obvio, gol ante arco vacío, y de verdad a esa altura Peñarol debía estar en su tercer o cuarta llegada. Nuestro arquero también estaba mal posicionado en la incidencia por lo que no pudo ajustar.Obvio que no importa, lo relevante es justamente ser contundente, aprovechar las opciones, pero igual de determinante es no poder defender ni una sola situación adversa.
Nunca en todo el partido pudimos jugar en largo, y eso es una debilidad que sabíamos que teníamos. No contábamos con un pivot dominante y tampoco el saque era la mayor virtud de nuestro arquero. El cuento que jugar futsal es sólo salir de abajo y llegar al gol tras superar un defensa de cuatro para cuatro no lo compramos. Pero nos tocó atacar así, y lo hicimos aunque sabíamos que era una debilidad. No tener variantes siempre lo es.
Se fue el primer tiempo con derrota dos a cero y todo el peso del juego estaría otra vez sobre nuestros hombros.
A los cinco minutos del segundo tiempo Agustín Egaña domina en el pivot móvil por izquierda, desborda a su marcador y asiste en el momento exacto a Diego Ibañez que cierra la jugada por el corredor central con toque corto a la red.
Estábamos en juego otra vez, pero dos minutos más tarde, un saque de meta largo, por abajo, totalmente anticipable, lo marcamos de atrás, nos pegamos a la marca y le permitimos girar al delantero hacia su lado hábil usando nuestro propio cuerpo. El tiro débil tampoco es interceptado por nuestro arquero. Esos gestos de táctica individual, que ya tienen que estar en la raíz del jugador, en sus acciones automáticas, en sus reflejos condicionados, en fin, eso que no te puede pasar nunca y menos en una final. Mi rival directo recibe de espalda, suena la campana, doy un paso atrás. Lo de Pavlov es una exageración pero aplica a esta situación.
Otra vez a pelearla de atrás.
El rival en juego directo, con la mano del arquero más la recepción, giro y tiro del pivot estaba resolviendo todas las dificultades.
Cuando algo ya está aprendido, sabido y reforzado si se hace al revés no quedan muchas opciones.
El equipo igualmente seguiría dando lucha.
Kikin Fernández sólo se pierde el descuento, rematando ancho sin avanzar donde podía generar una acción de riesgo extremo para el arquero rival.
Peñarol seguía teniendo dificultades para generar, pero tenía el score, el tiempo y nuestra ineficacia a favor.
El juego estaba partido, y tanto es así que robamos la pelota en la mitad de nuestro campo, y en la mitad contraria había un rival y un jugador de Nacional, completamente desconectados de las acciones. Incorporamos un atacante desde nuestra cancha y finalizamos bien la superioridad dos por uno.
Gran recepción y pase justo de Egaña para Kirchnitz que subió con el alma y la cruzó abajo.
Estábamos a un gol y restaba mucho. Había nueve minutos por jugar.
A la salida de un corner se van a marcar "la jugada" y el pase a la volea es controlado por Diego Ibañez que la baja de pecho y remata antes que la pelota llegue al suelo.
El resultado tenía más que ver con lo que había sucedido en esos treinta y cuatro minutos, pero en esto los aciertos no siempre rinden pero los errores casi siempre se pagan.
De ahí al final cuando más tranquilos debíamos estar, cuando más posibilidades de regular y manejar el juego teníamos más errores cometimos.
Y lo que costó todo un partido remontar los dejamos escapar como arena entre los dedos.
Los goles que recibimos en los últimos cuatro minutos de juego todos tienen algún error directo grave. No los voy a comentar, no hay que hundir más el dedo en la herida, correr al rival directo hasta el final, usar los brazos para dificultar los cortes, no presionar el balón, no defender un tiro o no proteger los rebotes.
Cualquier cosa que digamos mala sobre esos cuatro minutos estaría cercana a la realidad.
Perdimos el partido y perdimos el Torneo, y el ¿como fue? después de un tiempo no tendrá ninguna relevancia. El resultado queda puesto y habrá que buscar otra victoria, porque la que se fue no tiene revancha.
Así entendemos el deporte y así lo vivimos. No se puede ganar siempre, y lo sabemos, pero cuando hay posibilidades reales de obtener el objetivo lo que no se puede hacer es regalarlo.
Quedará para otras situaciones u otras realidades valorar campañas o crecimientos individuales. En Nacional varios de los jugadores que finalizan su etapa juvenil llegarán a primera, pero el último escalón no lo subimos de la mejor manera.
En este partido el mejor volvió a ser Agustín Egaña, tuvo buenos minutos Diego Ibañez sobretodo en ofensiva, lo de Petito aunque breve fue bueno, y Kirchnitz dejó la vida, el resto todo puedo rendir mucho más.
Yo también me planteo mis decisiones que nos llevaron hasta ahí pero no alcanzaron para lograr el objetivo.
Fueron cinco meses en los que nos pasaron muchas cosas, la rotura de ligamentos de Facu a los cinco minutos de iniciado del primer juego, la fractura de Agus García que también fue baja permanente, las bajas de los que no confiaron en pelear su lugar y la frutilla de la torta, la deserción engañosa a un día de empezar el torneo.
En un mes empezará una nueva temporada de esta serie, y ahí habrá que leer la grilla para ver dónde están los protagonistas.
Goles:
Diego Ibañez 2
Bryan Kirchnitz 1
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